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La orden creada bajo las reglas de Agustín, el obispo pecador

La orden creada bajo las reglas de Agustín, el obispo pecador


El nuevo papa, León XIV, fue superior de la orden de San Agustín entre 2001 y 2013, cuando Francisco le dio otras responsabilidades en Iglesia hasta ordenarlo cardenal en 2023. Robert Francis Prevost había ingresado al noviciado de la Orden de San Agustín, en Saint Louis, Estados Unidos, en 1977, a los 20 años. Su lema como Pontífice, «In Illo uno unum» (algo así como «En el único Jesucristo somos uno») pertenece al obispo Agustín de Hipona, de uno de sus salmos. No es posible determinar cómo será el papado del primer Pontífice agustino en la iglesia romana, pero si se puede ver de dónde viene esa orden creada en 1244 por el Inocencio IV. Y quien sabe de allí salga alguna pista.

Habrá que decir antes entonces que Aurelio Agustín, nacido en el año 354 en la ciudad de Tagaste, actual Argelia, no fue un muchacho fácil para su familia, y sobre todo para la mamá, que no encontraba la forma de encarrilarlo. En pocas palabras, las hizo todas, como asumiría luego en su libro Confesiones.

Para resumir, Agustín había nacido en un hogar relativamente acomodado que se había mudado a Madaura, también en la provincia romana de Numidia, al norte de África. Pero los buenos tiempos se terminarían pronto y debieron volver a Tagaste, donde el jovencito se dedicó a disfrutar de la vida de la manera que un adolescente podría hacerlo cuando no acepta límites. Confiesa que no era mal tipo, pero que no dejó pecado por cometer.

De manera que los padres piden ayuda a un amigo para ver qué hacer con este verdadero “Piel de Judas”. Un tal Romaniano, el consejero familiar, hace lo posible para que Agustín viaje a Cartago y allí continuar sus estudios. Pronto el chico encontraría donde seguir con su vida licenciosa. Asis fue que se juntó con una chica con la que, a los 18 años, tuvo un hijo, al que bautizó con el nombre de Adeodato (Regalo de Dios). Cuentan los historiadores que a pesar de esas controvertidas francachelas, Agustín se dio tiempo para estudiar filosofía, y de descollar por su brillante inteligencia. Una inteligencia que lo llevaba a dudar de toda creencia, pero al mismo tiempo a buscar con desesperación respuestas para esas dudas.

Para el 383 se lo encuentra en Milán, dando clases de retórica. La madre, a todo esto, le pide terminar su relación. Uno imagina que tranquilamente le podría haber dicho “cortá con esa chirucita”, o algo por el estilo, con perdón.  Y le habría hecho caso, según los testimonios, pero para entrar en algunas relaciones no menos disolventes. Lo que así dicho puede sonar divertido, pero a él no le calmaba el espíritu.

Tuvo la suerte de encontrarse en el camino Ambrosio, el obispo de Milán, que con sus sermones le fue reencauzando su atribulada cabeza. Los más místicos aceptan su afirmación de que un pibe se le acercó en alguna de sus caminatas sin rumbo, le dio una Biblia, y le recomendó leer «acá».

Una frase de Romanos 13,11-14 le dio de lleno: “Vivamos decentemente, como a la luz del día, no en orgías y borracheras, ni en inmoralidad sexual y libertinaje, ni en desacuerdos y envidias. Más bien, revístanse ustedes del Señor Jesucristo y no se preocupen por satisfacer los deseos de la carne”, (la versión es de The International Bible Society).

Decidió entonces dejar, a los 33 años, esa vida de la que se arrepentiría el resto de sus días. Se convierte al cristianismo, entrega lo que tenía de fortuna a los pobres, hace de su casa materna un monasterio y tras la muerte de su hijo, vuelve a Cartago, donde será ungido Obnispo de Hipona en el 395.

Estudioso de la filosofía y prolífico autor de textos que integran el corpus no solo de la Iglesia sino del pensamiento occidental, muere a los 75 años, cuando el imperio romano estaba en las últimas y las provincias norafricanas a punto de caer en manos de los pueblos vándalos.

Su filosofía despliega humanismo y comprensión de las acciones humanas. No sería para menos, viniendo de alguien con su pasado. Sus debates sobre el pecado original y la necesidad humana de una intervención divina para la redención aún despiertan controversias.

Dejó algunas frases que como la que pronunció León XIV, tienen su sustancia.

“La medida del amor es amar sin medida”.

“Ama y haz lo que quieras”.

“Si callas, calla por amor; si gritas, grita por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor.”

“Pobre no es quien tiene menos, sino quien más necesita para ser feliz”

 “Conócete. Acéptate. Supérate”

“No vayas fuera de ti, entra dentro de ti, que en tu interior encontrarás la verdad de quién eres, y cuando la encuentres, también hallarás la verdad de ese Dios que habita en ti”.

Agustín es uno de los Padres de la Iglesia y seguramente el que más influyó en el pensamiento medieval, como un continuador del platonismo, a su manera. En 1244 el papa Inocencio IV, el italiano Sinibaldo dei Fieschi, creó la Ordo Frar¡trum augustini (Orden de San Agustín) una orden religiosa mendicante que unificaba a varias comunidades eremitas que seguían las reglas y las enseñanzas del Obispo de Hipona, que había muerto 815 años antes.

El lema de la O.S.A. es una de las frases que legó el cura pecador: “ergo intellige ut credas, crede ut intelligas” (entiende para que puedas creer, cree para que puedas entender). Nada mal como guía para las acciones humanas. Como meterse en el barro para ver de qué se trata.



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