«Este es un país de mierda”, solía decir el actual presidente Javier Milei cuando todavía era un columnista de televisión y les recomendaba a los argentinos irse de su propia tierra. La definición fue un anticipo del futuro, de lo que haría él cuando llegase a la presidencia.
Mierda para las universidades públicas. Esas que generaron los tres premios Nobel en ciencia que tiene América Latina. Mierda para los estudiantes, para los profesores, para los investigadores que se queman las pestañas estudiando durante la madrugada. ¿De qué mierda sirven?
Mierda para los científicos del Conicet. Esta semana descubrieron una nueva especie de dinosaurio en la Patagonia y el mes pasado un circuito molecular para frenar el crecimiento de los tumores cancerosos. El presidente piensa que todo eso es una mierda. Además de cortar los recursos quiere decidir él lo que deben investigar.
Mierda para los jubilados. ¿Qué mierda hicieron? ¿Construir este país? Les quitaron los medicamentos. Les pegan garrotazos cuando salen a protestar. Les sacaron la moratoria jubilatoria a las mujeres amas de casa. Debe ser porque no hacen una mierda. Sólo sirven para alimentar y limpiar la mierda de todos los argentinos del futuro. ¿Y a quién mierda le importa el futuro?
Mierda para los periodistas, en especial si son mujeres y cuestionan al gobierno. Les tiran una montaña de mierda con el ejército de pirañas digitales y de lo que se trata es de que las tape la mierda, que les llegue hasta la cabeza.
Mierda para los médicos del Hospital Garrahan. Que no tengan ni gas para calentar las salas en medio de la ola polar. Que los residentes se acostumbren a que trabajar es un privilegio. ¿Encima de que les permiten practicar con los pacientes quieren cobrar? Pero qué mierda se creen que son. Que agradezcan que no los mandan a limpiar la mierda de los baños.
Mierda para los actores. Ahora protestan por el Instituto Nacional del Teatro y antes por el Incaa. El cine argentino ganó dos premios Oscar y centenares de premios en otros festivales alrededor del planeta. Buenos Aires es una de las ciudades con más teatros del mundo. Importa una mierda esa cultura que difunde valores de mierda. ¿Acaso no vieron la cantidad de mensajes comunistas que habitan en las obras de teatro y el cine de este país? La última serie actuada por Ricardo Darín, El Eternauta, tiene ese mensaje de mierda: “Nadie se salva solo”. Comunistas de mierda.
Mierda para los gobernadores que se quejan. Dicen que no pueden ni pagar los sueldos, que las rutas están hechas mierda. ¿Qué producen esas provincias de mierda? Todo. Al presidente le importa una mierda. No es un problema suyo. ¿Acaso no entendieron una mierda? Milei es un gigante al que le toca gobernar un país de liliputienses de mierda.
Mierda en la casa de José Luis Espert. ¡Ojo con esa mierda! Ahí sí cambió todo. Se movieron los jueces, los policías. Buscaron las imágenes en las cámaras, abrieron espacio en las cárceles. Los medios de comunicación del establishment no hablan de otra cosa. Esa mierda sí que importa.
Mierda para los millones de argentinos que utilizan la tarjeta de crédito para comprar en cuotas el pan, los fideos, la carne. El saqueo sobre la población para transferir esos recursos a los especuladores está mandando a la mayoría a la mierda. El presidente tiene una respuesta para eso: como escribió Gabriel García Márquez en el final de su novela El coronel no tiene quien le escriba: que coman mierda. «