En un homenaje a aquella jornada en el Gigante de Arroyito en la que la selección de César Luis Menotti goleó 6 a 0 a Perú, anoche el Senado de la Nación envió una muestra gratis de lo que significa el poder político. Con una mayoría abrumadora, los gobernadores unieron fuerzas y enviaron un fuerte mensaje al presidente Javier Milei quien, pese a mostrarse impenetrable en su postura, habilitó un canal de diálogo subterráneo con las provincias para evitar un desmadre mayor que pueda coartar el juego legislativo y las expectativas electorales que un sector del oficialismo está empeñado en no abandonar.
Duro golpe para Milei
Desde temprano, en Casa Rosada sabían que la de este jueves sería una jornada dura. Así se lo había anticipado el propio Guillermo Francos a Eduardo “Lule” Menem -armador nacional de La Libertad Avanza- en la reunión que los funcionarios mantuvieron junto al viceministro del Interior, Lisandro Catalán, cerca del mediodía en el despacho del riojano. El diálogo directo con los gobernadores le dio al jefe de gabinete -que nunca abandonó su rol conciliador- la primicia de que esta vez no bastaría con sólo ejecutar promesas de recomposición.
Los caciques provinciales ya habían dado sobradas señales de enojo, impulsadas por el empeñoso incumplimiento de los acuerdos económicos y electorales del oficialismo. Al cierre indeclinable de la billetera nacional, que complicó los planes de gestión en las provincias, se sumó la insistencia libertario de competir con listas propias en los territorios que, se suponía, el oficialismo no tenía interés en conquistar. El desembarco de “los karinos”, que pelean hasta la última lista de consejeros escolares en cada uno de los territorios, ofuscó a los mandatarios, que entendieron la ambición electoral como un ataque directo a su propia gobernabilidad.
La paz provincial había sido la moneda de cambio que los gobernadores y el sector dialoguista del oficialismo acordaron como forma de pago por el apoyo incondicional de las bancas federales en el Congreso. Por varios meses la dinámica marchó sobre ruedas. Sin embargo, el inicio del año impar, y la construcción política de los riojanos, echó por los aires la aceptable convivencia sellada en la firma del diluído Pacto de Mayo y expuso al presidente a una serie de derrotas convalidadas por sus ex aliados. “Nos están boludeando”, dijo a este medio días atrás un mandatario, que anticipó con impecable claridad el final de esta disputa.
Los gobernadores avisan: ojo por ojo, diente por diente
Horas antes de la votación en el Senado, en el oficialismo creyeron que el zoom que compartieron los diez gobernadores que supieron integrar el extinto Juntos por el Cambio el miércoles por la noche había saciado su sed de venganza. Incluso, en off the record, varios laderos del presidente salieron a reconocer el gesto de los mandatarios, que durante el encuentro virtual acordaron no apoyar los proyectos que el cuerpo finalmente aprobó gracias a la unión del peronismo, un sector del radicalismo y algunos federales. Aquel acuerdo, sin embargo, se cumplió por partes.
Al momento de la votación de los proyectos jubilatorios, Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Alfredo Cornejo (Mendoza) y Leandro Zdero (Chaco) ordenaron a sus legisladores a levantarse de su silla y abandonar el recinto. Se tratan de los entrerrianos Alfredo De Angeli y Stella Maris Olalla; los mendocinos Mariana Juri y Rodolfo Suárez, y el chaqueño Victor Zimmermann. En tanto, Ignacio Torres (Chubut) le pidió a sus dos senadoras Andrea Cristina y Edith Elizabeth Terenzi que se abstengan de votar.
El único que no se plegó fue el correntino Gustavo Valdés, cuyos legisladores Mercedes Valenzuela, Eduardo Vischi, y el recién acoplado Carlos “Camau” Espínola votaron a favor del proyecto. La lectura que primó fue la de una “vendetta” con arraigo electoral. Como contó este medio, el gobernador no perdona que los armadores de Karina Milei hayan decidido desembarcar con listas propias en su provincia pese a los acuerdos que el mandatario tenía casi cerrados con el asesor Santiago Caputo.
Aunque hasta ese momento la cosa parecía marchar acorde a lo previsto, todo se desmadró cuando la votación siguió su curso. Las mismas bancas que se habían mantenido al margen de la avanzada contra el oficialismo, minutos después mostraron los dientes y colaboraron en la aprobación de la redistribución de los Aportes del Tesoro, la coparticipación del impuesto a los combustibles, la declaración de la emergencia en discapacidad y el rechazo al veto presidencial sobre el proyecto que apuntaba a declarar la emergencia en Bahía Blanca. Todo mientras los tableros electrónicos del Senado sufrían una para nada orquestada falla masiva. Gajes de la tecnología.
La jugada de los gobernadores alertó a los despachos más importantes de la Casa Rosada, que se vieron obligados a iniciar un operativo contención cuyo éxito aún es un misterio. Abandonando toda rispidez que desde hace tiempo caracteriza a su relación, Guillermo Francos y Santiago Caputo se dispusieron a trabajar codo a codo para intentar salvar el vínculo con las provincias, una misión digna de ser llevada a un guión de Hollywood. El escuadrón compuesto por el jefe de gabinete y el asesor presidencial buscó durante toda la tarde volver a tender puentes con sus ahora ex aliados mientras, en un antiguo juego de roles, el presidente los descalificaba ante empresarios en la Bolsa de Comercio.
Milei adelantó que vetará todos los proyectos que ponen en jaque su preciado equilibrio fiscal, un movimiento poco novedoso a esta altura del minué. Sin embargo, de hacerlo, el primer mandatario estaría convalidando que la sesión que sus propios funcionarios quisieron declarar como ilegal es, habilitando la redundancia, válida. El paso de las horas despejará la duda sobre qué postura adoptará el oficialismo y cuánta voluntad le pondrán a la fantasía de judicializar una ya perdida discusión política. Igualmente, difícil será que Contencioso administrativo quiera involucrarse.
En tanto, y pese a las versiones que indican lo contrario, en el gobierno aún no descartan recibir a un puñado de mandatarios en los próximos días. La intención, dicen por lo bajo, es recomponer el vínculo más allá de lo inmediato que significa la búsqueda desesperada de bancas para cuidar el veto presidencial. Es que en el grupo de los conciliadores creen que un enojo desmedido de las provincias tiene mucho más perjuicio que en lo estrictamente electoral. Esta autoconvocatoria del Senado, cuya mayoría seguirá en manos del peronismo sea cuál sea el resultado en octubre, marca un precedente peligroso para un oficialismo raquítico de poder legislativo propio. Los gobernadores lo saben. Por eso no disminuirán la tensión.