“En estos días vamos a saber si Milei se recibe de presidente o si es el fusible del sistema de poder que lo incubó”, le dice a Tiempo el periodista y editor Adrián Murano (1973) en una conversación sobre su reciente libro, Tiranía 4.0, Algoritmo de una democracia hackeada, publicado por Punto de Encuentro. El “experimento más acabado del fenómeno de la intoxicación del debate público”, según lo define el periodista y editor que formó parte de esta cooperativa y hoy es parte central de El Destape, atraviesa un punto de inflexión con el escándalo por las denuncias de coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad.
“Recibirse de presidente implica para Milei lo mismo que para Menem al principio de su gobierno: desprenderse de su círculo más íntimo, confidencial, personal, porque tuvo que sacarse de encima a la familia Yoma”, recuerda Murano y el paralelismo se ajusta al presente. “A partir de un estallido de corrupción del caso Swift -una trama de sobornos para la exportación del frigorífico que llevaba ese nombre-, se divorcia de Zulema, pero sobre todo de negocios, relaciones de poder, económicas e internacionales. Y Menem lo hizo, parafraseando el jingle”.
¿Cómo se conecta aquel punto de giro en la trayectoria de Menem y Milei? Murano propone mirar la génesis empresarial del actual gobierno.
-La noción de experimento suele implicar una investigación para lograr otra cosa. ¿Hasta qué punto eso sigue en marcha? ¿O ya hubo un aprendizaje?
-Al no haber realizado el cursus honorum de la construcción política que deriva en la presidencia, Milei es de probeta, alguien que surge de la experimentación del sistema de poder permanente. Paolo Rocca o Héctor Magnetto -que en su momento incluso calificó como “puesto menor” el de presidente- están acostumbrados a tener un trato gerencial, vertical, con ministerios, funcionarios judiciales o jueces, legisladores. Eso se complica porque el presidente en algún momento asume que tiene poder, si es que se la cree. Milei es incubado para romper con esa tradición. Es un gerente para aplicar una restauración conservadora, desmontar el Estado en eso que el sistema de poder considera que lo perjudica, todo a lo que aplicó motosierra Sturzenegger. Pero el sistema de poder no necesariamente es virtuoso y mucho menos inteligente. Suele pegarse tiros en el pie, y la democracia es algo muy importante para dejar la en manos de los empresarios. El problema es que con Milei está ocurriendo eso y están haciendo un desastre.
“Menem se desprende de los Yoma y demuestra que era un tipo cuya ambición de poder y su pragmatismo estaban por encima de cualquier lealtad, lo que generó el respeto de aquellos que consideraban que podían manipularlo de manera absoluta”, historiza el periodista.
Según su lectura, “Milei tiene que soltar el lastre de su hermana Karina, que es la que aparece protagonizando los dos hechos de corrupción más relevantes de su gobierno, junto con Libra. Y hoy eso parece imposible, más bien parece dispuesto a hundirse con ella. Estamos hablando de supervivencia política, porque si no, como dijo Gustavo Grobocopatel hace poco, tiene el boleto picado. Y Grobocopatel habla por el círculo rojo: a este tipo hay que dejarlo terminar el mandato, que haga el trabajo sucio en términos políticos, que se incendie y después buscamos uno que nos gusta”.
-Esto es algo que ya habían hecho con Macri: probar con un CEO.
-Ojo, Macri para mí no era un CEO. Era el hijo de uno de ellos. No era uno de ellos, pero era lo más parecido. Un CEO es un empleado, eso es Milei. Macri es dueño. Y por eso su sistema de poder fue tan tenso, por eso no fluyó, porque Macri efectivamente quería liderar a los dueños, pero no le concedieron ese liderazgo.
“Esa ausencia de lazos con las tradiciones políticas hacen a Milei el experimento absoluto, más completo, de la transnacional de ultraderecha”, diagnostica Murano, que en Tiranía 4.0 describe expresada en la cercanía con los gigantes del algoritmo siliconiano, como Elon Musk y Peter Thiel. Sin embargo, la cercanía es instrumental, desnivelada.
“Si sale bien la apuesta por Milei, por la magnitud de lo que tiene que hacer tributando a las ideas de Silicon Valley, podría después ser replicado, con las circunstancias de cada caso, en otros países donde se inventen figuras políticas que también tributen como gerentes a este poder transnacional. Milei por ahora cumple su rol. Ahora, el tema es si se la cree. El componente humano es lo que se vuelve imprevisible a este algoritmo”, expresa el editor de El Destape.
-A vos te preocupa qué viene después de Milei, si llega a fracasar, ¿no?
-Ahora lo que estamos viendo, si se quiere, es el futuro distópico. Está ocurriendo lo que no podía ocurrir: un presidente surgido desde una incubadora, un límite, la democracia iba a tener anticuerpos contra esto, pero no los tuvo. Por eso yo hablo en el libro de una democracia hackeada también, porque penetró el virus. Pero el problema no es el algoritmo, en tal caso, si no la herramienta, cómo se la usa. Creo que puede haber una generación de anticuerpos que ya está en proceso, que el uso de las mismas redes y sistema de comunicación que promovió a Milei puede servir también para combatirlo. Ahora, lo peor que puede pasar es que se mantenga el actual estado de cosas, donde la oposición formal e institucional todavía quede al margen de ese dispositivo.