Hay un escenario de paridad. Hay una pelea cuerpo a cuerpo. Dos o tres puntos marcarán la diferencia entre la derrota y la victoria. Son algunos de los datos en los que coincidieron cuatro encuestadores que hablaron con Tiempo en estricto off the record y que están midiendo la evolución de la intención de voto en la Provincia de Buenos Aires.
La ansiedad de la política y el periodismo puede pretender que los efectos del cierre de alianzas en el principal distrito electoral del país se conozcan en 72 horas. Los procesos son más lentos. Lo que sí puede medirse es el impacto inicial.
La unidad peronista llegó luego de varios meses de tensiones fuertes. La posibilidad de la fractura estuvo sobre la mesa casi hasta el final y no era descartada por ninguna tribu. El lanzamiento del Movimiento Derecho al Futuro liderado por Axel Kicillof implicó la aparición de una nueva corriente en el océano peronista, un sector que no existía como tal en la reunificación de 2019. Este nuevo espacio no fue emergente de una aventura individual. Hay 48 intendentes que se alinearon detrás de Kicillof. Si más de la mitad de los jefes comunales peronistas de la Provincia se amucharon alrededor de la nueva fogata es porque alguna demanda no encontraba su cauce.
El nuevo espacio abrió heridas y disparó acusaciones de todo tipo. Finalmente, el acuerdo cerrado el 9 de julio generó un sistema de decisión más colegiado, lo que abre la posibilidad de que las tribus que se sintieron relegadas los últimos años perciban que vuelven a tener su lugar en la mesa. Son negociaciones que no les interesan demasiado a los votantes, ni siquiera a los más politizados, pero que son centrales para que una familia política no se quiebre.
Es importante describir cómo se logró la unidad del peronismo porque, aunque parezca un tema de cúpulas, irradia hacia la sociedad. Los encuestadores que hablaron con este medio sostienen que ese acuerdo más ecuánime evita la fuga de votantes de la base electoral peronista.
No ocurre lo mismo, según los consultores, con el acuerdo entre La Libertad Avanza y el PRO. ¿Por qué? Porque esa alianza es vista por los votantes amarillos como la rendición incondicional del macrismo frente al mileísmo. Surgen votantes del PRO que no se sienten representados. ¿Son muchos? Por supuesto que no. Sin embargo, en un escenario en que las encuestas de los consultores que hablaron con este medio arrojan un empate técnico –en torno al 38%– entre Fuerza Patria y LLA, una fuga de dos o tres puntos puede hacer la diferencia.
El talón de Aquiles del peronismo es que por ahora no logra captar a los arrepentidos de haber votado Milei. Es un segmento del electorado que crece, especialmente entre las mujeres. Uno de los encuestadores que habló con este medio realiza grupos focales entre los desilusionados con Milei. Dijo que una de las razones de la decepción es la violencia del discurso presidencial. El dato demuestra que no hay ningún instrumento político que sea eficaz en todo tiempo y lugar. El discurso desbordado de odio sirvió para canalizar la rabia que habitaba el alma de la mayoría de la sociedad argentina en 2023. Pasaron 18 meses y los sentimientos dominantes cambiaron. Así es el alma humana.
El otro punto que genera decepción es más convencional. La guita no alcanza, aunque haya bajado la inflación, y crece el miedo a perder el empleo a medida que el modelo económico del presidente destruye el aparato productivo.
Hay un dato que favorece a Milei. Los decepcionados miran de reojo al peronismo y sienten escalofríos al pensar en la gestión del Frente de Todos. Prefieren otra opción. ¿Le abre esto una puerta a la alianza Somos Buenos Aires, donde se juntaron radicales, lilitos, macristas expulsados, peronistas sueltos? Difícil decirlo ahora. Ese archipiélago de islas acaba de presentarse como una polinesia de las “Fuerzas del Centro”. Tiene que correr más agua bajo el puente.