Afiebradas memorias de un atardecer de lunes en Villa Crespo. El show del pánico libertario debe continuar rumbo a las elecciones legislativas. Mucho más luego de la dimisión del candidato José Luis Espert por sus vínculos narco. El Movistar Arena es el escenario de otra polaroid de terror mileísta.
En el coqueto estadio, el presidente Javier Milei presenta su nuevo libro con banda de cantobar, pompa y circunstancia. La obra se titula La construcción del milagro. El volumen se suma a su biblioteca denunciada por plagio: Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica, Pandenomics, Libertad, libertad, libertad y Otra vez sopa: maquinita, infleta y devalueta. Tan sólo a 30 mil devaluados pesitos en los puestos de merch. ¡Lleve nomás! “Pocas ventas”, confiesan los dealers. En octubre no hay milagros.
El operativo de Gendarmería acogota el estadio, el Parque Los Andes y más allá. Debe costar varios millones de pesos, que no llegarán a los médicos del Garrahan ni a las universidades públicas. Sobre la plaza, los vendedores ofrecen “gorro, bandera y vincha” con el rostro del economista experto en crecimiento económico con y sin dinero. Una feria liberal-libertaria: Laissez faire sobre la frígida Avenida Corrientes. Postales de la empobrecida Argentina emprendedora. Peso, dólar, euro, Mercado Pago, cripto, trueque, token $Libra… los mercaderes no discriminan. Pero no hay plata.
Las banderas son celestes y blancas; también violetas de La Libertad Avanza y amarillentas con la víbora libertarianista. Las cascabeles de Gadsden buscan presas en el parque: Don’t tread on me. Reinan además los estandartes de Las Fuerzas del Cielo. Paño bordó con detalles dorados; vieja estética romana y fascista coronada con la cabeza del rey de esta selva. Llevan tatuadas consignas apocalípticas que dan miedo y asco: “El comunismo es una enfermedad del alma” o “El cielo los aplastará delante de nosotros”. Sin olvidar la cita – repetida hasta el hartazgo- de 1 Macabeos 3:19 y el arcángel clavando a un demonio. Vade retro.
El joven Santiago es miembro activo de la guardia pretoriana del presidente. Se arrimó al ágape desde la entrerriana Federación: “Ocho horas en micro tardamos. Defendemos las ideas del presidente Javier Milei siempre, mucho más ahora que nos necesita por las operetas. Que investigue la justicia, son 100% inventos de los kukas”. Sobre el 3% de la gran hermana Karina prefiere no opinar.
¿Quién pagará las decenas de miles de remeras y gorritos de Las Fuerzas del Cielo que reparten en la plaza? ¿Y los micros? Decenas que llegan desde las provincias y el Conurbano profundo. La nueva vieja política libertaria dice presente con el visto bueno del karinismo. “Sebastián Pareja conducción,” como en el acto barroso de Moreno antes de la paliza en las urnas bonaerenses. Los punteros libertarios prometen pago en metálico y bolsones. La necesidad tiene cara de hereje en Las Fuerzas del Cielo.
Desde el lejano oeste llegaron les muchaches de La San Martín. Osvaldo es virgen en el barro de la política: “Nadie nos baja plata. Apoyamos al Peluca porque dice la verdad. Si dice que hay que seguir ajustando, seguiremos. En tres semanas damos vuelta la elección. Si perdemos, la salida es volando desde Ezeiza”. De los vuelos narco del caído en picada Espert no hay comentarios.
Las falanges libertarias se cruzan en la plaza con los manifestantes de la izquierda que cantan sus verdades contra el gobierno. Batalla con aires tribuneros. Los verdosos gendarmes con caras de pocos amigos reciben los aplausos de la hinchada derechosa. “Mueran zurdos”, dispara una pibita bien custodiada.
“Me chupa la pija la opinión de los kukas”. Sin ruborizarse, un joven hace gala del ordinario pin frente a las fauces del estadio. La fila repta por dos cuadras y llega hasta las entrañas del Movistar. La dimensión desconocida.
“Autopista al infierno”. Suena pertinente el clásico de AC/DC desde los parlantes del estadio repleto, sold out con tanto aire yanqui que flota en el aire mil veces respirado. La banda de sonido ochentosa la completan los Stones, los Quiet Riot y el clásico de Rocky. Baila en el campo un muchacho ataviado de león forrado en peluche. Parece fugado de un trencito de la alegría. O de un tren fantasma.
El campo parece una rave alucinógena. Freak Power: streamers en trance, famosos clase b, negacionistas, trumpistas con sus gorritos “Make Argentina Great Again”. La casta libertaria. Sueño húmedo de las masas mileístas. Pesadilla a secas para la Argentina.
Cerca del escenario pastan las vacas sagradas anarcocapitalistas. Celebran los ministros, los dinosaurios negacionistas, unos cuantos nostálgicos del menemato, peronistas arrepentidos, estrellas distantes del mejor equipo macrista, incluido el camaleónico candidato Santilli. El Gabinete luce casi a pleno. Ordena el corral la blonda hermana del primer mandatario: Karina, “El Jefe”. Pitonisa, asesora todoterreno, secretaria general de la Presidencia, armadora política de bajo vuelo y sospechada “coimera” en el caso de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS).
Fuera luces, suena un shofar y pegadito estalla “Panic Show” de La Renga en loop. Que comience el circo sin pan. Milei llega al escenario a los empujones desde el campo. Lo espera sobre las tablas La Banda Presidencial, una pandilla animada por los hermanos liberales Benegas Lynch, su biógrafo en el bajo y la diputada cosplayer parodista Lilia Lemoine de “corista”. El “León” desata su furia sobre las tablas. Hace su gracia en un karaoke alucinógeno que incluye clásicos de Charly García, Ratones Paranoicos, Gilda y hasta Nino Bravo.
Sangran los oídos con los alaridos del frontman libertario: un homenaje involuntario y muy venido a menos del último Elvis, pero ataviado sin tanta lentejuela y sí con sus tres camperas de rigor. En el popurrí dedica canciones al caído muro de Berlín -visuales de Trump y los difuntos Reagan y Charlie Kirk en las pantallas-, al bastión occidental Israel -versión en hebreo desconcertante de Hava Naguila– y cierre a toda orquesta de la banda del Titanic con “Dame fuego”. Imposible apagar el incendio de la hinchada libertaria. Hombres y mujeres, diría Spinoza, que luchan por su esclavitud como si se tratara de su libertad.
Después del “concierto” llega el discurso del odio del conferencista de extrema derecha Agustín Laje y la presentación formal del nuevo opus de Milei. Su monólogo es soporífero y electoralista: hace agua. Despierta los bostezos en los ejércitos de la noche mileísta. “Vamos en la dirección correcta”, cerró su arenga el presidente cantante de la banda del Titanic. Todos a los botes.
