La lucha por la memoria, la verdad y la justicia es una llama que se mantiene viva en medio de las sombras del pasado. Así se sostiene la Mansión Seré, lugar de horror durante la dictadura y hoy un espacio de resistencia, educación y compromiso para profundizar las políticas de derechos humanos.
Durante la dictadura, la Mansión Seré fue un infierno oculto entre los árboles de Morón. Funcionó como un centro clandestino de detención y tortura bajo control de la Fuerza Aérea Argentina, uno de los engranajes centrales del terrorismo de Estado en el conurbano bonaerense. Hoy, a 25 años de su recuperación como sitio de memoria, es un espacio vivo de encuentro, educación y compromiso. La memoria no se archiva: se construye día a día.
Entre 1977 y 1978, al menos 150 compañeros y compañeras pasaron por la Mansión Seré, víctimas del aparato represivo que operaba en la subzona 16. Muchos de ellos permanecen desaparecidos.
El 24 de marzo de 1978, en un acto de coraje inolvidable, cuatro detenidos políticos —Claudio Tamburrini, Guillermo Fernández, Daniel Russomano y Carlos García— lograron fugarse esposados y desnudos durante una tormenta. Esta fuga, que conmovió al país y dio origen a Crónica de una fuga, fue una de las pocas victorias en medio de la oscuridad.
Ante el riesgo de que las pruebas de los crímenes fueran descubiertas, los militares incendiaron y dinamitaron la casona pocos días después de la fuga, intentando borrar todo rastro del horror que allí se había vivido. “Después de la fuga de los cuatro compañeros, la casa fue incendiada y finalmente dinamitada”, recordó Teresa Sabatella. “Conseguimos recuperar sus cimientos, porque no podíamos permitir que la memoria quedara tapada. Ese fue uno de los mayores logros colectivos de nuestra Asociación.”
Con la recuperación democrática, en 1985 se demolieron los restos del inmueble y se construyó el Polideportivo Gorki Grana sobre el predio Quinta Seré de Castelar. En 1997 se levantó el edificio donde hoy funciona la Dirección de Derechos Humanos del Municipio de Morón, con acceso por la calle Santa María de Oro.
El 1 de julio de 2000, el entonces intendente Norberto García Silva, junto a organismos de derechos humanos, familiares y militantes, inauguraron la Casa de la Memoria y la Vida, la primera de Latinoamérica dedicada a investigar, reflexionar y preservar la memoria sobre el terrorismo de Estado. Desde entonces, el espacio se convirtió en un centro fundamental para la memoria y la justicia.
En marzo de 2002 comenzaron las excavaciones arqueológicas que recuperaron los cimientos originales de la Mansión Seré. Estas investigaciones aportaron pruebas fundamentales para los procesos judiciales en curso. La Asociación Seré por la Memoria y la Vida, formada por familiares, sobrevivientes y vecinos, fue pieza fundamental en la recuperación y preservación del sitio. “Nosotros empezamos a funcionar el 1° de julio del 2000, cuando se trasladó la Dirección de Derechos Humanos al predio. Desde entonces, trabajamos sin descanso para construir memoria”, relató Teresa Sabatella, presidenta de la Asociación.
Durante estos 25 años, Teresa Sabatella sostuvo:
“Donde hubo terror y muerte, hoy crece una memoria que alimenta la vida y la justicia. Este espacio no solo recuerda, sino que también construye futuro. El compromiso colectivo es la garantía de que nunca más se repita el horror.”
La Asociación fue fundada por personas con historias profundamente atravesadas por el terrorismo de Estado. “Nuestro primer presidente fue Jaime Steinberg, padre de Pablo, un conscripto desaparecido. También estaban Delicia Córdoba de Mopardo, Rosa Remnikov y muchas otras compañeras con historias marcadas por el dolor. Pero también amas de casa, jóvenes, profesionales… todos con una misma voluntad: que nunca más signifique nunca más”, explicó Sabatella.
En 2013 se inauguró el Espacio Mansión Seré, que combina protección arqueológica con tecnologías de realidad aumentada, reconstrucciones digitales y testimonios audiovisuales. Actualmente, más de 1.500 estudiantes por semana participan en visitas y talleres educativos.
“Este lugar no es un museo estático. Es un sitio vivo donde la memoria se remueve y se resignifica todo el tiempo. Nos inspiramos en las ruinas para hacer un espacio que enseñe, movilice y transforme”, expresó Teresa Sabatella.
Los procesos judiciales avanzaron y condenaron a represores vinculados a la subzona 16, con causas emblemáticas como la 1170-A (2008), 1861 (2015), 3511 (2016) y 3649 (2019). En 2015, durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, el predio fue declarado Lugar Histórico Nacional (Ley 26.691), fortaleciendo el reconocimiento estatal y social.
Hoy, Mansión Seré es mucho más que un recuerdo. Es un lugar de formación ciudadana donde se realizan talleres, encuentros culturales, festivales y actividades deportivas. Allí late una comunidad viva, que resiste, crea y enseña.
Ante la quita de políticas de derechos humanos y los discursos negacionistas promovidos desde el gobierno nacional de Javier Milei, Teresa Sabatella advirtió con firmeza:
“Enfrentamos ataques, intentos de borrar la memoria y negar la historia. En 2024, cuando aparecieron pintadas con símbolos nazis en el predio, lo dijimos con claridad: no contarán con nuestro odio. Seguiremos trabajando incansablemente por más y mejor democracia, por justicia y por memoria.”
Además, Teresa dejó un mensaje claro sobre la importancia de seguir luchando:
“Los jóvenes a veces creen que la historia empieza cuando llegan ellos. Pero los derechos que hoy tienen —la salud pública, la escuela, una jubilación— son conquistas que costaron vidas. Por eso hay que enseñar, enseñar y enseñar, para que no nos sigan masacrando como lo están haciendo.”
Teresa también recordó a su compañero de vida, Raúl Sabatella, quien fue parte fundamental de la Asociación y estuvo a cargo de la prensa institucional hasta su fallecimiento. “Raúl estuvo siempre, hasta el final”, dijo con emoción.
La lucha por la memoria, la verdad y la justicia continúa con la misma fuerza y urgencia que hace 25 años. La defensa y profundización de las políticas de derechos humanos es una tarea permanente que exige compromiso y unidad social para que el pasado no se repita y para construir un futuro con justicia y democracia para todas y todos.
Este sábado, en el Espacio para la Memoria, se realizará una jornada impulsada por la Asociación Seré por la Memoria y la Vida para seguir celebrando estos 25 años de lucha. Participará el nieto recuperado Daniel Santucho Navajas —nieto 133 gracias al trabajo incansable de Abuelas de Plaza de Mayo—, quien presentará su libro Mi camino hacia la verdad, junto a la proyección del documental Identidad robada, que repasa su historia de vida.
También habrá bandas en vivo en un festival de Rock por la Memoria, con la participación de Mateo Riva, Maira Volme y Ramiro Herrera. Durante la jornada, se entregará un reconocimiento a Abuelas de Plaza de Mayo y a Martín Sabbatella, impulsor del primer espacio en América Latina recuperado para la memoria colectiva.
