Ante un nuevo gesto de genuflexión de nuestro presidente, tratando de superar la vergüenza y buscando exorcizar el dolor, planteo algunas ideas sobre la Argentina del presente en forma de miscelánea:
-Un mandatario que plantea un país en términos solo económicos, despreciando lo soberano, como la causa Malvinas, la cultura, la salud, la educación y la obra pública. Un jugador peligroso del loteo y entrega de nuestros bienes y servicios naturales a cambio de más deuda que, en su propia confesión pública, asumió la de ser un topo que vino a destruir al Estado.
-Un Estado reformado para la eficacia de la supresión de derechos y la represión interna, que se fortaleció por la decadencia del llamado Estado presente en la gestión anterior, repetitiva de viejos logros para la velocidad de las necesidades post pandémicas.
-Insinuaciones secesionistas se instalan en los discursos mediáticos, al plantear el país sojero de la pampa húmeda, litio en el norte y de petróleo y gas en el sur.
-La comandante de la Quinta flota norteamericana, Laura Richardson, declara que defender nuestras riquezas naturales era “defender los recursos de Estados Unidos». Luego del nuevo préstamo del FMI y la visita del secretario del tesoro de EEUU, Scott Bessent, quien ofreció más deuda, se presentó el nuevo comandante de la Quinta flota, Alvin Hosley. Este también culminó su visita en Ushuaia, la prometida “puerta de entrada al continente blanco” -como le dijera a su antecesora el presidente Milei-, sirviéndosela en bandeja.
-Ahora, nuevamente deuda y Peter Lamelas, recientemente nombrado embajador norteamericano que, a lo Spruille Baden, promete salir de gira por las provincias. Convencerlas de apoyar a su gobierno y de que no se dejen seducir por la ruta de la seda china.
-Tras anunciar que el Tesoro de Estados Unidos, negocia un swap por 20 mil millones de dólares con el banco Central de República Argentina y que están dispuestos a comprar deuda pública argentina. Scott Bassent fue más allá e incluso se animó a dar la noticia de que trabajan junto al gobierno argentino para: ¡restablecer las retenciones al campo! Es interesante recordar que quien primero fijó retenciones fue la dictadura de Onganía y su ministro de Economía, Adalbert Krieger Vasena. No fue ningún gobierno populista.
-Hoy el proceso de desindustrialización que se lleva a cabo en el sur del país, con particularidades geográficas y geopolíticas que justifican el apoyo especial del Estado nacional, pone en peligro lo históricamente fomentado en inversiones para equilibrar el desarrollo territorial. Un sur apetecible para bases militares de la Quinta Flota de EEUU, ya que China fue corrida de cualquier acuerdo de desarrollo en el sur, no militar, por el Reino Unido, en claro alerta sobre las Islas Malvinas.
-Las tierras fronterizas del país son extensiones ilimitadas en las que viven ilegalmente magnates extranjeros que compran voluntades locales para infringir las leyes. Son una muestra de la enajenación e ilegalidad. Zonas sin control por la ausencia de la Gendarmería y de la Prefectura, derivadas a la represión interna. Agréguese, también, el abandono de las Fuerzas Armadas, que no definen su función para la defensa nacional, pero se les sugiere una policial y de represión interna como en las épocas siniestras.
-La ciudad de Buenos Aires nunca implementó su Constitución; nunca dio plenitud a las comunas. Su instrumentación la convertiría en una provincia, con sus “intendencias”. Por eso nuestros jefes de Gobierno no expresan políticas que abracen lo territorial y la participación ciudadana, sino un municipalismo redentor, tarea sin dudas menor. Si la ciudad de Buenos Aires quiere ser tratada como una provincia, pues entonces debe ser gobernada como tal.
-Además, la “Ciudad” y la “Provincia” vuelven a producir un efecto centralista, contrabandeando dirigentes de un distrito a otro.
Ciertas modalidades bonaerenses y porteñas refuerzan ideas que miran con atención la provincialización de la política, como el mencionado caso cordobés.
Increíblemente se piensa la política aisladamente del contexto nacional. Situación que utilizó la Casa Rosada en su beneficio con cada pedazo de territorio, denominado provincia.
-Todo transcurre con la primacía de la ex Capital Federal y la provincia de Buenos Aires. La vidriera y los recursos de la Ciudad ponen presidentes, gabinetes y funcionarios que van y vuelven a través del Riachuelo y de la General Paz. Así se establece una gobernabilidad basada en “la Gran Pax” del conurbano, dejando para el resto de las provincias sólo políticas extractivistas.
-La nefasta experiencia que atravesamos con la extranjerización de nuestra tierra y las debilidades del sistema político, nos pone al borde de expresiones solo “provincialistas”.
-Como en un caleidoscopio, la política adopta formas de fragmentos que se mueven en la coyuntura, creando patrones cambiantes y simétricos con la esperanza de alcanzar la salvación en el individualismo de espejos.
-Estamos en un momento de repliegue en la batalla cultural. Un momento de refugio para la gestación y preparación de lo nuevo. Esa experiencia nos lleva a recurrir a los lugares seguros de nuestros encuentros. Pero no se puede pretender lo nuevo sin una profunda articulación con la situación real y cotidiana de nuestro pueblo. Se trata de no contemplarnos por fuera de la situación, de dejar de buscar salidas en cálculos exteriores. No sirve decir todo lo que hicimos, ni reivindicar viejas recetas, sirve la construcción de lo nuevo, del deseo, del horizonte que permita imaginar un futuro.
-El triunfo de Axel Kicillof en la Provincia de Buenos Aires trajo el entusiasmo que anima. Estamos obligaos a mirar el todo por la parte y la parte por el todo. Eso tal vez nos lleve a la idea de CFK sobre la nueva estatalidad, por ejemplo. Necesitamos recomponer un país, darle un horizonte a nuestro pueblo y pensar con grandeza y generosidad. Necesitamos permitirnos soñar para hacer una mejor política que nos saque de está decadencia espantosa.