La confirmación de la condena a Cristina Fernández de Kirchner en la causa Vialidad por parte de la Corte Suprema motivó en estos días manifestaciones en las adyacencias al domicilio donde reside la expresidenta y una gran marcha a Plaza de Mayo. Esas expresiones trascendieron los límites del peronismo y concitaron la adhesión de las fuerzas de izquierda. Myriam Bregman, reconocida dirigente del trotskismo argentino, aseguró que los espacios de la coalición que integra se movilizaron porque la sentencia del máximo tribunal “termina en una avanzada contra el pueblo trabajador”.
En una entrevista con Tiempo Argentino, la exdiputada nacional y abogada en causas de lesa humanidad, afirmó que el fallo contra la líder del PJ “se puede derrotar en las calles”, donde debe expresarse la unidad del campo popular contra el ajuste que aplica el gobierno de Javier Milei.
–¿Cómo cree que sigue la coyuntura política argentina después de la movilización del miércoles pasado a Plaza de Mayo?
–Creo que se abrió un panorama complejo. Estamos ante la instauración de un régimen neolibertador en Argentina que toma elementos de lo que se vivió en 1955, cuando en nombre de la libertad se trajo el FMI, se instaló una proscripción y hubo un fuerte impulso para atacar los derechos de los trabajadores y trabajadoras. Estamos en un contexto en el que no podemos ignorar la influencia de los Estados Unidos. El 21 de marzo, Marco Rubio, el secretario de Estado, anunció que se le prohibía la entrada a Cristina Fernández de Kirchner por estar condenada. Eso se inscribe en todo ese proceso de normativas que promocionó la Casa Blanca con la sanción en la región de leyes como ficha limpia, arrepentido y delación premiada. Lo mismo pasó en Brasil con la condena a Lula. El objetivo es tener a los gobiernos controlados.

–¿Y en este contexto se produce este fallo de la Corte?
–Es un fallo totalmente arbitrario, antidemocrático, con el cual se proscribe y el Poder Judicial queda como una instancia que se reserva quién puede ser condenado y quién no. Pero no se puede separar de una avanzada antidemocrática y de un régimen que el FMI quiere imponer en el país.
–¿Por eso el Frente de Izquierda acompañó la movilización a Plaza de Mayo?
–Había gente en Plaza de Mayo que nos decía “qué bueno que están acá, ¿y cómo no íbamos a hacerlo? José Luis Espert, el diputado más cercano a Javier Milei, viene pidiendo desde hace un año “cárcel y bala” para Nicolás del Caño y para mí. Estamos ante una avanzada antidemocrática que termina indefectiblemente contra todo el pueblo trabajador. Si hacen esto con Cristina qué queda para el resto. Se están cercenado derechos todos los días.
–¿Qué es lo que debería hacer entonces el campo popular en este contexto?
–Hay que dar una respuesta en las calles junto con los sectores sociales que están sufriendo para derrotar al gobierno de Milei. Todo esto tiene que ser en la calle. Creo que no podemos zafar de la lucha con alquimias electorales. Para derrotar este fallo se tiene que dar una pelea contra el ajuste. Recordemos lo que pasó con la resolución que tomó la Corte cuando quiso aplicarles el criterio del 2×1 a los genocidas. Eso se revirtió con la movilización, no sólo con discursos en el Congreso. Pero tenemos que dar la pelea ahora, no le podemos decir a la gente que está sufriendo que tiene que esperar.
–¿Y qué pasa con lo electoral?
–No me excluyo de la pelea electoral, pero se tiene que apoyar en la lucha y no al revés. La movilización no puede ser un método para conseguir una banca y votar como hacen todos los demás. Desde el Frente de Izquierda salimos a defender a Cristina de un ataque antidemocrático sin ir a buscar un puesto electoral debajo de sus faldas como me parece que hacen otros. La apoyamos desde nuestra independencia política y de clase.
–Cuando se conoció la condena a la expresidenta, concurrió a su departamento con otros dirigentes como Nicolás del Caño y Cristian Castillo. ¿Cómo fue ese encuentro?
–Le manifestamos que hay que impulsar una movilización para derrotar el fallo. Encima después tuvimos lo de la tobillera y la discusión sobre el balcón. Como abogada de causas de lesa humanidad puedo decir que ni a los genocidas se los trata así. Ellos en sus lugares de detención domiciliaria pueden hacer fiestas y nadie los controla como quieren hacer con Cristina.
-Como abogada que trabajó durante años en causas de lesa humanidad, ¿cómo analiza el presente de los juicios?
-Es un tema que me preocupa desde hace mucho. Cuando se corre la mirada popular sobre los juicios, los genocidas y los sectores que los defienden, que, en definitiva, son los mismos que se beneficiaron económicamente con la dictadura. Por eso, cuando hablamos de Memoria, Verdad y Justicia estamos hablando no sólo del pasado, sino de un correlato con el presente. Es lo que dijo Rodolfo Walsh cuando habló de miseria planificada.
Antes de conocerse este fallo, Myriam Bregman estaba presentando, incluso en ámbitos internacionales, Zurda, un libro que recorría las luchas que dieron en los últimos años los organismos de derechos humanos, las diversidades, los trabajadores de las fábricas recuperadas y otros varios colectivos. En base a esas experiencias, la dirigente se propuso en esa obra resignificar el valor de ser de izquierda en tiempos en los cuales un término como “zurdo” es considerado un insulto para el oficialismo libertario.
“Si la izquierda está acabada, ¿Por qué desde la ultraderecha y el gobierno se preocupan tanto en descalificarla, en condenarla? Nadie pelea contra un fantasma. Los valores del marxismo siguen siendo liberadores”, señaló Bregman.
–¿Ser de izquierda en la actualidad implica defender las diversidades y combatir el discurso que estigmatiza a esos sectores calificándoles como “woke”?
–Más que nunca desde la izquierda hay que estar con las diversidades y el feminismo. Hay sectores de izquierda y de los sectores nacionales y populares que dicen que el gobierno de Alberto Fernández fracasó porque se pasó tres pueblos con el feminismo. Fue un proyecto que naufragó porque pactó con el FMI o retrocedió con Vicentin, pero no por defender las diversidades. Ojo con eso, porque el discurso viene primero y los hechos después. No hay que aceptar el sentido común de la derecha. Hay que defender a las diversidades más que nunca. Todo eso es lo que le molesta a Milei, y a mí, me dan ganas de pelearlo. «