Se nos fue un imprescindible. A pesar de su edad, a pesar de su estado de salud, es shockeante la noticia. Un hombre que ha luchado toda la vida con coherencia.
Él decía que el premio de tener conciencia es darle un sentido a la vida, llenar nuestra existencia, luchar por un mundo mejor. Tenía una preocupación sociopolítica y ese era el sentido de la vida, transitarla para lograr tener un mundo mejor. Nos explicaba que si se vive la vida con un sentido, la sociedad de mercado logra que transitemos esa vida pagando cuotas, confundiendo el ser con el tener.
Y por supuesto, además de esa convicción y de esa actitud personal, él se dedicó a una construcción colectiva. No era solamente un pensador, un hombre que en lo personal actuaba con esa moral, sino que se dedicó a una construcción orgánica para transformar esa realidad.
En los 70, como muchos jóvenes, tomó las armas para cambiar esa realidad que no se podía cambiar con los sistemas democráticos. Había dictadura en Uruguay y en muchos países de nuestra América Latina. Y terminó preso por eso. Y transitó esos 13 años de prisión con una extraordinaria dignidad: 13 años de los cuales muchos estuvo aislado, tratando de que se quiebre, tratando de que se vuelva loco. Y él superó también esa batalla de la vida.
Cuando salió comprendió que debía aportar en este sistema que tiene Uruguay a que esas ideas de izquierda, progresistas, transformadoras, pudieran acercarse desde el gobierno. Ahí se incorpora al Frente Amplio con su Movimiento de Participación Popular y se vuelve un gran colaborador de la Patria Grande. Todo lo que tiene que ver en esa década con el No al Alca, con hacer de América Latina, realmente lo tuvo como un bastión.
Y en su última etapa cuando nos habla y nos explica las nuevas derechas, nos propone una profunda advertencia y alarma sobre la crisis climática. Le propuso tareas a la izquierda, para que se transforme, se renueve, que tome las viejas banderas y las readecue a la coyuntura. Y también se esforzó para que Janandú Orsi fuera presidente. Porque a él le parecía que el mejor dirigente no es el que hace más, sino el que deja una tarea para la barra. Y que en esa tarea, la barra, un término muy uruguayo, lo supere con ventaja.
También decía: las causas son más largas que nuestras vidas. Por eso con todo el dolor y la admiración lo despedimos.
Hasta la victoria siempre, Pepe.