Pasados 600 días de los ataques del Movimiento de Resistencia Islámica contra territorio israelí del 7 de octubre de 2023, y mientras la Casa Blanca espera lograr un alto el fuego de Hamas con Israel, los datos fríos y duros que arroja la respuesta militar del gobierno de Benjamin Netanyahu son estremecedores.

Según las autoridades sanitarias de la Franja de Gaza, las fuerzas israelíes mataron ya a más de 54.380 palestinos y dejaron heridos a otros 124.000. La agencia Europa Press indica que a esa cifra llega “tras la confirmación de 60 muertos y otros 284 heridos” el viernes y otras seis víctimas fatales en el bombardeo a un campamento para desplazados al norte de Jan Yunis. Desde que Israel rompió unilateralmente el cese el fuego el 18 de marzo pasado los ataques del Ejército israelí han dejado al menos 4117 muertos y 12.013 heridos. Pero aún quedan 58 rehenes en manos de Hamas.

La ofensiva ordenada por Benjamin Netanyahu desde el 7-O destruyó no sólo viviendas sino hospitales, centros educativos y bloqueó la entrega de ayuda humanitaria y alimentos en una política de limpieza étnica que ni siquiera ocultan los dirigentes políticos de ese país.
Recién después de presiones internacionales, el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (PMA) confirmó este viernes la entrada en la Franja de Gaza de 77 camiones cargados de harina. El vocero de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), Jens Laerke, acusó a Tel Aviv de haber convertido a Gaza en «el lugar más hambriento de la tierra». La relatora de la ONU para los Territorios Palestinos Ocupados, Francesca Albanese, habló de «brutal camuflaje humanitario».

La semana pasada, un ataque aéreo sobre el sur de Gaza destruyó la casa de una médica y mató a nueve de sus diez hijos mientras ella estaba de guardia en el hospital al-Tahrir, dentro del complejo médico Nasser de Jan Yunis. «