Desde hace un tiempo, hay un cambio de aire en la Casa Rosada. La sede de gobierno de Javier Milei, nave nodriza de la rosca que tanto aburre al presidente, es testigo por estas horas de un cambio en la dinámica que hasta hace poco tiempo parecía impensada. Con cada vez más enemigos y resbaladizo sostén, el exótico Santiago Caputo pierde, minuto a minuto, la potestad que logró construir como garante del rumbo político de la primera gestión liberal libertaria del mundo.
Esta mañana, las oficinas del ex Ministerio del Interior fueron el escenario de una nueva reunión de la mesa chica del presidente. El cónclave, que suele tener como temario el presente y rumbo político de la gestión libertaria, reunió a las patas más importantes del oficialismo. Encabezada por Karina Milei, el encuentro contó con la participación del jefe de gabinete, Guillermo Francos; el viceministro del Interior, Lisandro Catalán; el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, y su primo y armador nacional de la hermanísima, Eduardo “Lule” Menem. Todos, menos el cada vez menos incisivo asesor presidencial.
Según pudo averiguar este medio, el dueño del relato libertario fue invitado a participar del encuentro, sin embargo él mismo decidió no acoplarse a la reunión que se dio a horas de que finalice la fecha límite para anotar las alianzas partidarias en la Provincia de Buenos Aires. Sin excusas concretas para validar su ausencia, el faltazo del amante de las armas no es más que el blanqueamiento de la imposibilidad de convivencia que, pese a los intentos, se intentó concretar con los métodos políticos encarnados por el menemismo.
El vínculo entre el sobrino segundo de Carlos Menem y el hombre de mayor confianza de Javier Milei está completamente roto hace tiempo. Tanto así, que el asesor habría bloqueado de su lista de whatsapp el contacto del subsecretario de Gestión Institucional, con quien ya no habría forma de recomponer el diálogo, al punto de no poder compartir una misma reunión. En este punto, en el círculo del consultor dejaron trascender que su ausencia en la cumbre semanal que mantienen todas las tribus de la gestión se dio porque “no tenía nada para aportar” a la misma, una pasividad alarmante para quien supo ser la columna vertebral del neonato mileísmo. Esta es la segunda vez en menos de dos semanas que el consejero libertario decide no participar de las reuniones.
Los herederos del ex presidente y el dueño de la SIDE arrastran desde hace tiempo una tensión que no hace más que escalar. Como contó este medio en más de una ocasión, la riña entre ambas facciones del oficialismo descansa en los mecanismos de construcción que adoptan de los dos lados del río. Mientras el tándem riojano apuesta por un ambicioso desembarco en todos y cada uno de los terruños donde reinan los gobernadores -dueños de las bancas, ergo, la gobernabilidad legislativa de LLA-; el ala caputista abrazó el pragmatismo y razona que las alianzas son un mal necesario en un oficialismo flaco de poder territorial.
Reticente a involucrarse en cualquier dinámica que implique sentarse a analizar panoramas políticos, el presidente delegó esa tarea en su hermana quien, a su vez, sumó entre sus filas a los Menem, testaferros del Jefe en los armados en el interior. La consolidación del tridente rosquero, que funciona en paralelo al ya famoso Triángulo de Hierro, logró marginar al asesor y su influencia para la consolidación de las listas que competirán este año en todo el país. Ocurrió en las elecciones provinciales de Santa Fe, Misiones, Salta y próximamente Corrientes. La estrategia del asesor se encamina a tener el mismo lugar de ostracismo también en PBA, donde hasta hace poco tiempo le hicieron creen que podía hacer pie. Todo un palo.
El avance de Lule fue largo y trabajoso. En el verano, mientras Caputo todavía saboreaba las mieles del poder luego de haber culminado un triunfoso primer año de gestión en el que la aprobación de la Ley Bases y la firma del Pacto de Mayo se llevaron los aplausos de todos sus compañeros de salón, el monje libertario recibió un jab que no vio venir. El 6 de febrero, bajo un calor infernal que atravesaba sin piedad los pasillos de la Casa Rosada, el asesor puso el gancho en la ficha de afiliación al partido nacional que comanda, en todos los sentidos posibles de la palabra, la hermana presidencial.
El trámite se selló en silencio, a escondidas, y muy lejos del histrionismo con el que los libertarios se embanderan desde su irrupción en la política nacional. La afiliación del asesor, que no había sido consensuada ni consultada, se concretó en las oficinas de Karina donde, casi emboscado, los Milei lo esperaron para retratar para la posteridad aquel acto. De la foto que difundió la cuenta oficial del partido también participaron Lule y Pilar Ramírez, las dos manos derechas de la hermanísima. La participación estelar de los armadores de El Jefe le puso el moño a un secreto a voces que pulula por los pasillos de Balcarce 50 desde hace tiempo: el mago del Kremlin está cercado.

El no-funcionario más opulento que la democracia moderna tenga recuerdo supo construir a su alrededor un engranaje de poder admirado hasta por sus enemigos. El ex militante radical, con pasado proto macrista, controla desde su despacho en el Salón Martín Fierro el Ministerio de Justicia, donde su amigo Sebastián Amerio lleva los hilos de la relación con los Tribunales; la cada vez más cuestionada Secretaria de Inteligencia manejada, en los papeles, por Sergio Neiffert; y la ex AFIP (hoy ARCA, nombre que él mismo propuso para darle un manto de épica a la gestión tributaria de Milei).
Sin embargo, su influencia dentro de los engranajes del gobierno ya no tiene el mismo peso que supo tener tiempo atrás. Alejado de las negociaciones partidarias con el PRO -pese a mantener el diálogo con Cristian Ritondo– y el diálogo con los gobernadores, la vigencia del asesor en la gestión de Milei pareciera empezar a estar cada vez más en duda. Tanto así que Caputo ni siquiera se involucró en la revoltosa sesión que LLA padeció la semana pasada en el Congreso, donde la rebelión de los aliados dejó expuesto la mala praxis política de los Menem, que insisten en provocar a las provincias con armados de bajo mote pero alto poder de destrucción.
La escasa contribución del consejero del poder se vislumbra hasta en su estadía por la Casa Rosada. Meses atrás era habitual verlo deambular por los despachos más importantes del edificio de gobierno, donde se lo esperaba para diseñar con exactitud cada una de las decisiones ministeriales. Tampoco son tan frecuentes las visitas de dirigentes, gobernadores, diputados y senadores opositores que tocaban la puerta de su oficina para estar lo más cerca del cerebro de Milei posible.
Quienes conocen al amante de las armas afirman que de la única manera que deje su lugar en la gestión será si hay un pedido explícito del presidente, quien tiene un cariño especial por el hombre al que le atribuyó su triunfo en el balotaje del 2023. Sin embargo, pese al aprecio personal, Milei está lejos de enviar guiños explícitos al asesor, más allá de pequeñas muestras de contención como significó el encuentro que compartió con el legislador Agustín Romo y el conductor Daniel Parisini (conocido popularmente como Gordo Dan) y la participación especial de Lilia Lemoine en actos de Las Fuerzas del Cielo, la agrupación creada por los jóvenes caputistas.
El futuro de Caputo es, por estas horas, una gran incógnita. Hay, por ahora, una única certeza: el Rasputín libertario está lastimado.