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En el tema socioambiental también se debe actualizar el proyecto socialista


Un mundo atravesado por guerras retroalimentadas por las necesidades de la industria armamentista. Inmerso en una crisis civilizatoria de productivismo sin límite y extractivismo voraz que se traducen en el calentamiento global, el cambio climático, sequías prolongadas, e inundaciones cada vez más frecuentes y sus efectos contaminantes que llevan al agudizamiento de la crisis ecológica y ambiental. De esos temas, Tiempo conversó con el economista español Manuel Garí, de la izquierda anticapitalista europea.

–Desde hace décadas se constata que el cambio climático inducido por el uso de combustibles fósiles está acelerando los efectos negativos sobre el agua, la agricultura y la vida cotidiana.

–El cambio climático está acompañado por otro tipo de agresiones que sufre la naturaleza, una degradación de la biósfera, es decir, la casa donde vivimos. Son varios los indicadores, como la pérdida de la biodiversidad, que señalan una alarma mundial. La gran batalla política es parar de una vez la emisión de gases de efecto invernadero: uno de los más importantes es el CO2, producto de la combustión de los derivados del petróleo y del carbón. Ese es el reto. Los gobernantes se han mostrado hasta el momento incapaces de enfrentarlo. No es un tema técnico. La paranoia ingenieril de los sectores del capital es que seguimos emitiendo pero lo podemos enterrar. Es esconder la mierda debajo de la alfombra.

En el tema socioambiental también se debe actualizar el proyecto socialista

–Ante esta situación preocupante, históricamente ni por derecha ni por izquierda se priorizó el cuidado de la naturaleza. Ni el capitalismo ni el socialismo real redujeron los efectos destructivos.

–Ahora es más necesario que nunca porque el obsceno Trump, el defensor a ultranza del capitalismo fósil, va directamente al derrumbe final. Son necesarios mensajes y propuestas fuertes. No se puede seguir con ideas edulcoradas. La realización de la ganancia es lo que está en el corazón de este capitalismo expansivo depredador, que no repara en medios. Es necesario repensar el proyecto emancipador. Actualizar el proyecto socialista en muchas medidas. No podemos decir que Marx era ecologista, sí al menos nos dio una comprensión que había una crisis, donde el hombre era lobo para el hombre, y que había que terminar con esta enemistad entre los seres humanos. También habló de las dos fuentes de la riqueza: el trabajo y la naturaleza. Implícitamente recupera la idea de la sociedad de mujeres y hombres libres en armonía con la naturaleza. No hay un desarrollo posterior de estas ideas, tampoco en el socialismo llamado real dirigido por Stalin, esa experiencia en la Unión Soviética en el que hay una apuesta muy clara por copiar el modelo productivo. La izquierda a lo largo de la historia no ha recuperado la idea de Marx sino que fue productivista. En Europa hay dos vertientes: la sumisión del trabajo con el capital y hacer liga con el capital. Por eso, es necesario repensar el proyecto socialista. El capitalismo lleva en sus entrañas la necesidad de un crecimiento ilimitado.

–¿Se diferencia de la opción de un capitalismo verde?

–En esencia, los verdes denuncian las consecuencias de los impactos de ciertas actividades pero no miran las causas. La primera diferencia es que ellos no son anticapitalistas, no ven ese propio modo de producción y en su propio modelo asociado a lo que se produce y cómo se produce. La segunda es que han entrado en una lógica euronacionalista que los lleva a posiciones favorables al rearme y a la industria armamentista. La actitud del amigo americano suministrador del armamento, ya no es su amigo, con una presencia histórica de ciento de miles de soldados en Europa y la llegada de Trump con su nueva actitud ante la OTAN. Consolidan posiciones en favor de una industria de guerra europea. Apostado junto a la burguesía por un sesgo neokeynesianismo militar. Por ejemplo, ante la crisis de la Volkswagen, utilizar esos saberes acumulados en décadas y reconvertirse en una herramienta de guerra. Como fue en otras épocas del Nazional Socialismo. Adecuado su política al campo estrictamente de la confrontación electoral.

–¿Y en cuanto a la estrategia de alianzas diferentes?

–La clase obrera, en el capitalismo actual, está atravesada por el productivismo. Lo complejo es cómo se le da una alternativa que enfrente al desempleo en caso de cierres de empresas desde la óptica del ecosindicalismo. Como la necesidad de dar respuesta programática a la lucha por conseguir unos objetivos más limitados lleva a un cuestionamiento del propio sistema y a luchar por objetivos superiores. Y esto implica nuevas alianzas, un nuevo bloque hegemónico frente al imperialismo. Reconstruir lazos de alianzas norte sur, entre los explotados del norte con los explotados del sur. .

–Existe una suerte de instalación subjetiva en grandes sectores de la población, que el productivismo del Estado de bienestar sumado a la lógica individualista propia del capitalismo, generó altos niveles de atomización.

–El gran drama de la humanidad más que la falta de una dirección revolucionaria, es la desactivación, pasividad y atomización del propio movimiento obrero. El pacto sindical tiene una pata en la contención salarial, las horas de trabajo, pero debería hacer causa común con cuestiones perjudiciales como por ejemplo, el desarrollo de la industria química. Por eso, reconstruir la conciencia significa no sólo dar un horizonte, que es lo que se propone el eco-sindicalismo, sino una práctica política y sindical de volver a empezar.

–¿Y la desocupación?

–Una alternativa productiva para hacer una transición ordenada y amparada por los fondos del Estado, entre un oficio y otro. Hace años participé en un estudio muy interesante en el que indagamos a través de grupos de discusión, encuestas, las actitudes entre el ecologismo y el negacionismo que había en el seno de la clase trabajadora en diversos rubros. Lo curioso fue que había una dicotomía entre gente de la minería del carbón, que defendían la minería porque era su sostén material pero a su vez no querían que sus hijos fueran víctimas de la contaminación.

–¿La humanidad podrá replantearse este modelo devastador? ¿O se nos está acabando el tiempo?

–Es una discusión importante. La mayor pérdida de tiempo sería que no hagamos nada. Hay un elemento que puede favorecer la conciencia para poner límites y organizar el territorio acorde con la naturaleza: luego del efecto devastador de la Dana del año pasado en Valencia, un sector significativo tomó conciencia de no dejar construir en cualquier parte. Están avanzando las energías alternativas. He leído recientemente un artículo de Noam Chonsky, en donde señala las diferencias de opinión sobre temas como  el cambio climático, donde curiosamente la mayoría de la población consultada  en los EE UU es favorable a la preservación de la naturaleza y el medio ambiente y las diferencias con lo que hacen los gobiernos estaduales del país. Un país al que se tiene como el paradigma del productivismo y el despilfarro.  «



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