Javier Milei volvió exultante de su último viaje por Estados Unidos. Recibió el respaldo que buscaba, pero a un costo más elevado de lo que esperaba. Su reciente amigo, Donald Trump, se encargó prodigarle los gestos que le habían pedido desde Buenos Aires. El contacto para afrontar esta crisis, según confiaron a Tiempo fuentes de la relación bilateral, no surgió por el diálogo que mantienen los dos mandatarios, sino por un pedido expreso, que fue formulado por el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, a un viejo conocido de los mercados internacionales: el secretario del Tesoro, Scott Bessent.
El funcionario fue el encargado de multiplicar los gestos hacia Milei para darle un aventón de confianza en un momento que Washington considera crítico para el gobierno libertario.
El magnate republicano jugó muy fuerte a favor de Milei, pero con más gestos que certezas. No le resultó gratuito, porque la decisión de respaldar al gobierno argentino para que baje las retenciones a cero, al menos por unos días, cayó muy mal entre el sector agrario norteamericano. En el mundo farmer hay una gran porción de votantes trumpistas, pero el giro para ayudar al amigo argentino disparó el rechazo de un sector que esperaba más proteccionismo interno y menos beneficios para competidores directos, como Argentina. Las quejas de los aliados sojeros de Trump obligaron a Bessent a controlar el entusiasmo que decidieron prodigarle a Milei en forma de respaldo político.
“Conociendo a Trump, esto fue una operación de relaciones públicas para dar confianza”, detalló a Tiempo un histórico conocedor del mandatario republicano. “Su actitud fue simplemente promocional para generar un efecto corto, que les dio resultados, pero la escena dejó mucho que desear: Milei le acercó un tuit, Trump lo leyó y después dijo que era el momento de salir de ese lugar”, sentenció el observador consultado, con años de cercanía con Trump y residencia permanente en un estado republicano de los Estados Unidos. Hay una gran pregunta que se puede escuchar en distintos núcleos políticos norteamericanos. No saben cómo va a seguir esta apuesta después de octubre, pero los gestos imprecisos aumentan las dudas.
Después de leer el mensaje de apoyo a Milei, el inquilino de la Casa Blanca demostró su desorientación y, sin querer, le bajó el precio a la escena. Le estaba hablando al presidente argentino como si estuviera a un paso de pelear por su reelección, sin advertir que los comicios de octubre son legislativos de medio término. “Eso demuestra la actitud distante de Trump con el tema argentino. Hizo lo que le pidieron, le encargó a Bessent que los ayude y después se quiso ir. Ahí no hay una relación que se afianza, sino un salvavidas que se arroja en medio de la tormenta”, evaluó un alto diplomático que todavía no sale de su sorpresa por “la fugacidad y fragilidad de la escena” montada.
Por ahora el despliegue cumplió su cometido. Estaba orientado a reducir sensiblemente los efectos de la corrida cambiaria. Al menos funcionó en los primeros días, pero el efecto comenzó a disiparse con mucha fuerza por dos componentes: el veloz consumo del cupo para retenciones cero, que duró tres días, y la bronca de los farmers norteamericanos que salieron frenar a Bessent.
Desde enero pasado, cuando comenzó el segundo mandato de Trump, el Estado de Florida volvió a tener la centralidad que tuvo durante la primera presidencia del magnate republicano. En Palm Beach está el condominio de Mar a Lago, donde vivió el mandatario hasta mudarse a la Casa Blanca. En esa zona es donde retumban las principales dudas sobre la duración del apoyo aportado esta semana para el presidente argentino que Trump quiere seguir sosteniendo. “Si Milei sigue con la estupidez de sentirse un líder mundial, mientras pierde unos 30 mil millones de dólares prestados cada seis meses, entonces el respaldo va a durar menos de lo esperado”, vaticinó un integrante del influyente ecosistema de Miami y Palm Beach.
En los rincones del trumpismo de la Florida aseguran que la operación de confianza pública no va a seguir igual después de las elecciones del 26 de octubre. “Lo de Bessent consistió en prometer medidas, pero hasta ahora no surgió nada más concreto que sumar un swap para el Banco Central que buscará reemplazar el que tiene con China, pero eso no es nuevo”, sentenció el observador para resaltar que el plan promocional orquestado a pedido de Caputo puede tener pies de barro.
Los gestos fueron ordenados desde el corazón de la Casa Blanca y articulados mediante una de sus dos áreas más sensibles. El Departamento del Tesoro es, junto al Pentágono, uno de los dos ministerios que en la era trumpista tienen mucha más importancia que el Departamento de Estado. La última visita de Milei no fue pactada por los canales diplomáticos, sino mediante el teléfono rojo económico que administra Toto. El operativo de confianza no llegó, hasta ahora, a concretar el crédito del Tesoro que la Casa Rosada sobrevendió como una forma de apaciguar la corrida de la semana pasada. En su lugar, las fuentes norteamericanas aseguran que será reemplazado por una ampliación del endeudamiento con el FMI, pero con un respaldo mucho más comprometido de Bessent para reeditar la apuesta que hizo Trump durante su primera presidencia para respaldar a Mauricio Macri, con un crédito extraordinario e inédito, presionado por Washington a partir de su poder de veto para forzar las decisiones del Fondo.
El desenlace de esas tratativas se conocerá después de los comicios de octubre. Otros apuestan que podría acelerarse en caso de que las turbulencias argentinas obliguen a Trump a jugar más fuerte, pero sin volver a pisarse los cordones agrarios que lo conectan con el mundo farmer. A la Casa Blanca le está saliendo más caro de lo esperado bancar a Milei en un momento crítico. Por eso, quienes lo conocen aseguran que después de las elecciones del 26/10 el gesto promocional podría cambiar drásticamente o profundizarse, pero dentro de una negociación todavía más desfavorable para la Argentina.