Se levantó a la madrugada con lo mucho que le cuesta. Los sesenta y pico marcan surcos en los huesos, la piel y el alma. Fue a buscar a sus nietos para llevarlos al cole. El sol entibia la mañana fresca. Dos chiquilines se alegraron de verse, se abrazaron y entraron de la mano. Otro refunfuña por desprenderse de su padre. La seño arranca y el grupo canta: la nenita de flequillo y el pibito de corte futbolero izan la bandera, conmovidos. Cruzando la calle, en una canchita, el grupete de adolescentes se esfuerza en la práctica de básquet.
Caminó unos metros. En la plaza se dejó abrazar por la tibieza matinal. Por el verde que despierta en primavera. Por un cafetero que promete un cortado liviano. Por el banco de madera de cara a los juegos infantiles. Por avanzar en la lectura del libro que le recomendó Juan, o por comprar el diario, tanto tiempo que no lo hace: palpar el papel y dejar trascurrir noticias, títulos, hojas. Esta vez al sol y con la campera puesta.
Avisó por watsap que se demoraría. Pero sí llegaría a hacerle un mimo a su hija: pasarla a buscar por la Facultad de Sicología para acercarla al laburo. Ahora, en la esquina, dos chicas y un flaco de anteojos, tan jóvenes, colgaban en cartel en un arbolito y sobre una mesa plegadiza apilaban volantes partidarios y boletas de las elecciones de octubre.
Pequeñas delicias de la vida cotidiana que se dan de bruces con la brutal actualidad política y social. El tipo y sus semejantes. Los pibes y la realidad insufrible. Presente y futuro. El país que viven y el que vivirán. El que construimos, el que destruyen, el que les dejamos.
Un remolino de pensamientos. Su militancia lejana, las convicciones que persisten y que los años tallaron. Su profesión y la manía de trasladar inquietudes, sueños, exigencias en un puñado de letras. Hurgó en la mochila. Papel y lápiz. Escribió. Luego lo pasaría a la compu.
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Seguro que no fue magia. Ni antes ni ahora. Ni cuando emocionaban con derechos ni cuando se percibe con angustia la destrucción planificada.
Un cóctel disparatado, doloroso, insufrible que, como en esos viejos diarios, empieza por el mundo. La masacre en Gaza, esos pibes que se mueren de hambre y el planeta, en reclamos impotentes cuando no cómplices. La Tierra en modo capitalista siglo XXI domada por fabricantes de drones lanzabombas o por corporaciones (sociedades de inversión buitre: BlackRock o JP Morgan, dixit) que domina a pretendidos presidentes (cargo menor) de imperios (Trump, dixit) que a su vez manejan a sus títeres cachivaches del patio trasero.
Es el poder real, estúpido. EE UU no ayuda: somete. El presidente no gobierna: lo hacen los poderes fácticos. Milei no se equivoca: cumple el mandado de derrumbar al Estado, arremeter con los derechos, destruir a las clases medias y hambrear a las bajas, mofarse de principios, regodearse con los peores genocidas. Las riquezas para los que más tienen, redireccionadas con brutalidad. El sempiterno modelo (Macri) de la oligarquía, pero más rápido. Arrasar con Argentina, convertirla en un país bananero. Los milicos dictadores no cometieron ni errores ni excesos: fue un plan sistemático. Milei tampoco: no se equivoca. No fracasa. Lo avisó, lo pusieron para eso. No acelera en las curvas a 320 porque está enajenado: vino a chocar el país para venderlo por baratijas.
Si alguien no lo escuchó, o no le creyó, habrá sido apatía, incredulidad o por meter la cabeza bajo tierra. El modo avestruz, fingir demencia, tan argentino, aun cuando el tiro apunte al pie propio.
¿Se enteraron de la denuncia de Rachel Maddow, periodista yanqui? Más de 70 noticieros dicen lo mismo al mismo tiempo (fake news, incluidas) desde que las adquirió el Emporio Trump. ¿Lavado de cerebros con bombardeo de títulos? Las cientos de tapas de diarios hegemónicos de Argentina o la lacra ensobrada: absolutamente todo en la faz de la tierra es culpa del kirchnerismo. Ni hablar de inmiscuirse en las redes, salvo excepciones, una cloaca gigante. ¿Qué se hizo de una profesión que fue hermosa y libre de verdad?
No dicen que el monstruo de la Casa Blanca, «con la de sus contribuyentes», ayuda a su soldadito de barro, para que sea reelecto. Se confundió: las elecciones de octubre son parlamentarias. ¿Qué hará si las urnas no acompañan? Aquél Braden o Perón se resignifica siete décadas después, mientras Donald, gran protector de su Estado promete verdes a futuro al planero vip de la Rosada y sus chanchuyos. Como el de las retenciones, que sólo duró unos minutos porque en EE UU bajaron el pulgar. Claro que los grandes productores ya habían hecho su octubre en setiembre. Otros miles de millones de dólares fugados. Un espanto.
No menos asqueante es el tratamiento del crimen narco, victimizando a las tres chicas asesinadas a las que trataron de «putitas que estaban donde el destino les marcaba». Es mucho más que odio de clase. «Las noticias horrorosas hacen que las personas inmundas sean más fosforescentes. Iluminan su mierda inmediatamente»: lo posteó Iván Noble. Firmamos al pie.
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El tipo levantó la mirada del papel, sobresaltado por las carcajadas de unas nenas que se repartían la sortija en el tiovivo que había empezado a dar vueltas y más vueltas.
Se alivió al recordar la contra cumbre de la ONU entre Axel, Yamandú, Petro, Sánchez y, claro, Lula, que venía de dar un soberbio discurso, otra pieza de colección, una luz en tiempos sobrios, ovacionado en el mismo escenario que dejó hablando solo, como los locos, al presidente argentino.
No todo está perdido, se cuestionó. Recordó cuando el Nano reclamaba a ese padre obnubilado: «Dejemos ya de llorar que nos han declarado la guerra». Y que, entonces, y más aún ahora, habitamos un mundo distópico, en manos de tipos cada vez más enajenados.
Guardó el lápiz, el papel y las pálidas para quedarse extasiado, una nueva vez, como siempre, mirando a pibes que probablemente se habían rateado y dejaron sus mochilas como postes en medio del pasto, para armar el más maravilloso picadito de sus vidas. Gritó el gol que hizo ese ruliento retacón. Y se fue sonriendo.
