Aziz Salmone Fall, politólogo, cineasta y activista senegalés-egipcio, se siente cercano al país por más de una razón. Aquí murió un sobrino, Massar Ba, en circunstancias no esclarecidas del todo; es la patria de Ernesto Guevara; y aquí surgieron proyectos como el peronismo. Docente en las universidades UQAM (Quebec en Montreal) y McGill, también de Canadá, fue invitado a una conferencia en la Universidad Nacional de Avellaneda y desde su alojamiento porteño se sorprendió por la concentración de símbolos de la aristocracia en el Cementerio de la Recoleta y con una estatua al líder del MPLA y primer presidente de Angola, Agostinho Neto, justo enfrente.
“La cuestión en todo el mundo -reflexiona- es que estamos pasando de un período monopolista a uno oligopólico, donde la ostentación de la plutocracia y los oligarcas prevalece cada vez más. En Argentina es un microcosmos de la brutalidad del sistema mundial”.
-¿La brutalidad?
-Se trata de una violencia estructural basada en el eurocentrismo. Es una mezcla de problema psicocultural pero también político y económico. Hay un pequeño estrato de la población que quiere seguir siendo europeo.
-Borges decía que se sentía como un europeo en el exilio.
-Esta la creencia de que siguen siendo europeos, mientras los propios europeos están cambiando.
-En Buenos Aires y las grandes ciudades sí, pero en el resto del país no es tan así.
-Hay un estrato en el centro de la burguesía que quiere parecerse a Europa. Es lo que (el peruano Aníbal) Quijano llama colonialidad. Es más complejo que el colonialismo porque si el colonialismo desaparece, este culturalismo no va a desaparecer. Borran el hecho de que la clase media y la población pobre también vinieron de Europa y son la gran mayoría blanca, pero cuando son pobres, se les considera como negros. Cuando se habla con afrodescendientes dicen eso, que sus colegas son los argentinos pobres.
-¿Que cambió en Europa?
-Cuando se une con una moneda común y el espacio Schengen surge una Europa diferente al fantasma y la narrativa que existe en Argentina. Es una aceptación más abierta de la inmigración incluso europea, con la integración del Este y las demás antiguas colonias como constitución de una Europa moderna. El argentino todavía mira a otro latinoamericano como inferior. Durante la Guerra de Malvinas, todo el sur global apoyó a la Argentina viendo que Gran Bretaña había atacado a uno de los nuestros. No fue algo ingenuo. Sabíamos que era una estrategia militar. Sin embargo, la Argentina no se siente parte de ese sur global. El espíritu de la nación Argentina moderna es el peronismo. Es nacionalista y cree que el desarrollo es posible a partir de la sustitución de importaciones, pero imbricado en eso persiste una creencia eurocéntrica no admitida. Es algo difícil porque es una creencia de este país. Y la izquierda argentina está muy ligada a eso.
-¿Eso implica que la izquierda argentina es eurocéntrica?
-No, no. Digo que parte de ello es inconsciente y es un problema psicológico. Creciste creyendo que somos europeos en el exilio. Entonces, incluso si eres peronista, es un problema inconsciente y psicológico. Parte de la izquierda no admite que esto es así. Cuando a mis camaradas de izquierda de la Argentina les digo que mi hijo se llama Che ellos se ríen y les digo: «Mira, el Che fue a hacer la revolución a otra parte, no acá”.
-¿Creés posible que sectores mayoritarios de la Argentina acepten incluirse en un proyecto del sur global?
-Argentina está llamada a ser líder del sur global. Y el rechazo del gobierno de Milei a participar en el BRICS nos permiten analizarlo. El proyecto BRICS tiene el potencial de crear un espacio multipolar, pero la realidad es que estamos en un espacio pluripolar, y si Argentina y Brasil aceleran su integración, junto con Chile, pueden ser una potencia industrial ecológica increíble.
-El proyecto de Perón, Getulio Vargas y Carlos Ibáñez del Campo, la alianza ABC.
-Una gran idea. Pero Argentina debe aceptar la realidad geográfica, su realidad histórica y asumir el rol de liderazgo para no dejárselo a Brasil.
-¿Por qué no?
-El liderazgo natural de Brasil se debe a su tamaño. Tu tienes un potencial de inteligencia y de know how y eso sigue siendo importante. Pero si las élites siguen creyendo que Argentina es una provincia de Estados Unidos, una colonia dentro de la colonia, es un callejón sin salida. La realidad del nuevo sistema mundial es que tienes el potencial del Pacífico a partir de la posición de Chile, de ahí se podría generar una transformación y desvincularse, que es una palabra muy importante.
-¿Desvincularse del sistema global?
-Puedes permanecer siendo capitalista, pero hay que hacer una desvinculación selectiva de parte del mercado y esto tiene que ver con poder ser autosuficiente en términos de alimentación, ser capaz de tener tu propia moneda, tu propia tecnología y defensa militar. Pero si mantienes, como en Argentina, el vínculo con el norte, siempre estarás en ajuste estructural por el Fondo Monetario, por el Banco Mundial. Países que se han desvinculado en la historia -Estados Unidos de Gran Bretaña, Alemania, Japón, China o incluso Suiza- lograron construir su propia economía y reconectarse más tarde en el sistema de mercado mundial.
-El problema son las élites argentinas.
-Argentina no es Israel, pero está la idea de que así como Israel es Europa en Oriente, Argentina es Europa en Latinoamérica. Canadá tiene en su moneda una imagen del rey británico, pero mantiene un alma nacional. En Argentina ese alma nacional se ve solamente cuando llega el fútbol. ¿Cómo es posible que ese alma nacional aparezca solamente con el fútbol y no en la economía? Mi sueño es ver la misma reacción que cuando Perón estaba en prisión y la gente vino a rescatarlo.
-Este año se cumplen 80 años de ese momento.

-Sí, son ciclos. También se cumplen 80 años del fin de la Segunda Guerra, del sistema de las Naciones Unidas. No es nada, para nosotros, los africanos, no es nada. Yo soy africano y naturalmente soy optimista. Pero ese optimismo tiene que trasladarse a una conciencia social, a una conciencia histórica y a un compromiso que falta, especialmente de la izquierda. Porque hoy el fascismo internacional está mucho más unido que la izquierda.
-¿Cómo se ve a Perón en África?
-Somos de una generación que tuvo la gran suerte de aprender de Raúl Prebish y de Perón. Pero también de las escuelas de dependencia, Fernando Henrique Cardoso, Günder Frank, Celso Furtado. Un corpus de dignidad soberana y coraje. Pero el problema fue la concepción del desarrollo. No se entendió que la acumulación necesita una desvinculación.
-El kirchnerismo fomentó una asociación con Brasil y Venezuela para desvincularse de esos mercados.
-Fue un intento muy valiente pero el momento histórico no fue favorable. África, por ejemplo, estuvo totalmente sujeta al ajuste estructural. Solo parte de Asia pudo escapar, China. Estos intentos se hicieron en un momento de gobernanza gerencial tecnocrática, donde el margen de maniobra para esta desconexión era pequeño porque el capital global se movía hacia la financiarización. Fue suicida que los países latinoamericanos fueran solos. Ésa es una de las explicaciones también del fracaso de la izquierda latinoamericana.
-¿Qué pasa con África? ¿Cuál es el futuro del Sahel?
-Mientras ustedes experimentaban el progreso de la izquierda, África colapsó. El fin de apartheid fue un compromiso de la burguesía negra. Pero hemos adoptado una política de ajustes estructurales autoinfligidos. Sudáfrica, que se suponía que sería la locomotora, se descarriló del proceso. Luego, la explosión de la Unión Africana tras el asesinato de (Muhammar) Khadafi cometido por la OTAN y Francia generó una proliferación de armas a las fuerzas yihadistas instrumentalizadas por el Pentágono y Francia. Los militares de Burkina Faso, Mali y Niger entienden el síndrome del piromaníaco y el bombero.
-¿Cómo es?
-Los gobiernos occidentales crearon inestabilidad para prevalecer como padrinos geopolíticos, porque perdieron la capacidad económica para evitar la cooperación de África con China. He dado 25 años de mi vida con una red de 22 abogados en defensa de Thomas Sankara, que lideró la última revolución en África Occidental y que es imitada en África. (El domingo pasado) debería haber estado en Burkina Faso para la inauguración del mausoleo de Sankara. Fui el responsable de pedir la exhumación de su cuerpo para un estudio forense. No fui porque puse como condición que se realice la extradición de Blaise Compaoré, el jefe de Estado que mató a Sankara, desde Costa de Marfil, donde está protegido por Francia y Françafrique. Compaoré es responsable del yihadismo en la región. Las Juntas tienen un discurso nacionalista populista en los tres países. Han cortado relaciones con la antigua potencia neocolonial, Francia y EEUU, se relacionan con Rusia y restringen los derechos humanos, los partidos políticos, las democracias, con el pretexto de la guerra. La pregunta ahora es por qué no hablan con auténticas fuerzas revolucionarias progresistas.

-¿Por qué?
-Hay dos posibilidades. Una es porque no pueden abrir un nuevo frente atacando Compaoré, Françafrique, Francia y Costa de Marfil. Otro motivo es que son usurpadores de un discurso panafricanista para perpetuarse en el poder a través de la guerra. No puedo decir cuál es, pero ahora en nuestro propio movimiento estamos divididos. Algunos dicen que tenemos que apoyar al Sahel y acelerar el proceso de integración y otros dicen que no hay razón para detener la democracia y dejar que sólo los militares controlen los estados.

-¿Cuál es el papel de Rusia?
-Ucrania apoya a las fuerzas yihadistas y Rusia a la AES (Alianza de Estados de Sahel). Rusia es un territorio enorme, muy rico y apetecido por los europeos. Desde los tártaros, de Napoleón, de Hitler. Pero al fin de la I Guerra Mundial hubo otra guerra, cuando todos los europeos atacaron a Rusia, en 1918 y 1919. Esta es la verdadera II Guerra Mundial.
-Contra la Revolución.
-Contra los bolcheviques. Los rusos nunca olvidan eso. Nunca. La Unión Soviética fue un aliado natural de África durante la descolonización. Gracias a Cuba y Rusia cayó el apartheid. En 1991 los rusos estaban divididos y los de Yeltsin querían unirse a Europa. Otros, nacionalistas pero no progresistas, querían permanecer como rusos. La crisis de Ucrania es una guerra proxy de la OTAN. La nueva Rusia, la Rusia de los oligarcas, se vuelve compleja con la crisis en República Centroafricana, desestabilizada por Francia y una parte del régimen se alía con los mercenarios rusos. Los nuevos estados panafricanos van a sobrevivir solamente si Rusia los apoya. Aparte de esto, el capitalismo necesita la guerra cuando está en crisis. Y muchos quieren una África sin africanos. La África de los recursos, de los oligopolios.